Pobres mascotas. Aunque en muchos casos nos gustaría estar en su pellejo, sobre todo para poder dormir a pierna suelta a cualquier hora del día y para no preocuparte lo más mínimo por la comida, lo cierto es que no debe ser nada fácil soportar todas las bromas y vaciles que reciben a lo largo de su vida. Que si no dejan de hacerme fotos en el caso de los gatos propiedad de algún hípster, que si nado y nado y nado siempre en el mismo rincón en el caso de los peces, que si dame una rueda que voy a correr a toda velocidad cuando hablamos de un hámster… Pero, sin duda, los que se llevan la palma son los perros. La mala suerte parece cebarse con ellos. Y lo peor está por llegar: ahora hay quien se ha propuesto dirigir sus pasos por control remoto. ¡Temblad, perros del mundo!
Aunque el invento se encuentra aún en una fase muy inicial del proyecto y son muchos los flecos que deben atarse, los canes entrarían en pánico si supieran del propósito que se ha marcado William Osman. Este peculiar ingeniero estadounidense que tiende a colgar todas sus chifladas creaciones en YouTube se ha propuesto diseñar un sistema electrónico que permita guiar los pasos de nuestros más fieles amigos. Por si no teníamos un repertorio suficientemente variado y amplio de recursos con los que fastidiarles la siesta, ¿por qué no uno más?
Quizá con esto en mente (aunque confiesa que no se atreve a reconocer el por qué de este cachivache), el bueno de Osman ha decidido emplear todo su ingenio y los mil y un artefactos para trabajar con la madera que tiene en casa (todo apunta que tiene una carpintería en el salón), para llevar un paso más allá la técnica del palo y la zanahoria para que los humanos puedan teledirigir a su antojo a los perros.
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Como se puede ver en el vídeo, uno de los motivos que ha podido empujar a este ingenioso ‘youtuber’ que se pone dos pegatinas en la frente simulando dos electrodos a realizar el proyecto ‘Biohacking a Dog’ (algo así como “hackeando a un perro”) no es otro que mostrar al mundo su potente láser RetnaSmelter9000 casero con el que corta la madera. Previamente, eso sí, había hecho gala de su destreza en el diseño y creación de figuras en 3D utilizando el SolidWorks, un ‘software’ creado para cumplir esta misión. Además, incluye un giroscopio, de tal forma que independientemente de para dónde esté orientado el perro, no se pierda la dirección que está marcándole su dueño a distancia.
A quien le tocó hacer de conejillo de Indias de este inútil invento fue a Barkley, un bulldog inglés que no sabía lo que le esperaba. Si el animal pudiera hablar, posiblemente se hubiera negado en rotundo a participar en tan esperpéntico experimento. Sin embargo, no le quedó otra opción que ver cómo montaban sobre él una mochila con el aparato pergeñado por Osman y le situaban en su hocico una apetitosa salchicha que nunca podría alcanzar.
Ese fue el primer fallo que encontró Osman en su ridícula creación. El tipo no había caído en la cuenta de que, si atas la salchicha con una cuerda al mástil que parte del sofisticado sistema electrónico para dirigir el perro, lo que este hará será saltar en busca de su ansiada recompensa y acabará por ir hacia donde le venga en gana. Sin ton ni son. Así, después de las primeras pruebas en el aparcamiento de un hospital, se fue con su equipo de grabación, su artilugio y Barkley a un parque para probar las mejoras que había implementado al cachivache.
¿Surtieron efecto? No. Al menos, esa es la impresión que da al ver la pasividad con la que el pobre perro mira la salchicha por el suelo y la persigue apenas unos instantes, antes de darse por vencido. Por mucho que Osman moviera el mástil que sujetaba la salchicha en una u otra dirección, el can permanecía impasible, cansado de perseguir su deliciosa recompensa sin éxito alguno. Por esto mismo, se podría decir que otro inconveniente que no pudo solucionar este peculiar ingeniero estadounidense es la vitalidad del perro en cuestión, algo muy a tener en cuenta. Como bien sabrán los amantes de los perros, los bullgdogs ingleses suelen ser más bien calmados, por lo que si ven que no pueden alcanzar un objetivo, rápidamente desistirán en el intento.
“Quizá necesite un perro mejor”, llega a decir William Osman, al hacer un balance de la experiencia. “Quizá necesite un robot mejor”, apunta. O quizá solo sea tan fácil como dejar a la mascota sin darle demasiado la tabarra. Mientras tanto, Barkley andaba dando vueltas por ahí pensando dónde diantres se había metido la salchicha que antes tenía delante de sus narices y, lo que es más importante, qué había hecho él para merecer un castigo así en forma de dueño.
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Con información de William Osman, Daily Mail, Digg y Gizmodo.
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