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Del coñac ruso a la ley seca yanqui: breve historia del alcohol en el espacio

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Astronauta en el espacio

A pesar de que los que van desarrollan un trabajo realmente emocionante, el espacio exterior ha de ser un lugar muy aburrido: hay poca gente y las opciones de ocio escasean. Puedes llevarte lectura o practicar deporte, sí, pero ¿dónde estarán aquellos encuentros con amigos, en casa o en el bar, para tomarse unas copas? ¿Qué hay de aquellos botellones de la adolescencia? Vale, no se pueden reproducir a gran escala en las estaciones espaciales, básicamente porque no caben todos. Pero que no cunda el pánico: el alcohol está presente en tan solitaria vida. Y ha estado desde hace varias décadas. Eso sí, ahora mismo, como una excepción y con normas muy estrictas. Sale más rentable beber solo agua...

Ya el segundo hombre que pisó la Luna, Buzz Aldrin, llevó vino. Pero no para honrar a las bodegas riojanas (o, en su caso, a las californianas): Aldrin llevó vino bendecido por su iglesia, la presbiteriana, para comulgar en la Luna. Al parecer, la intención de la NASA en un principio era hacer una ceremonia de comunión pública (probablemente creerían que una especie de misa lunar sería el evento del siglo). Sin embargo, luego se decidió dejarlo en un acto privado: el astronauta tomó pan y vino y leyó un pasaje de los Evangelios.

Durante mucho tiempo, esta particular misa se mantuvo en secreto, ya que había habido protestas de los ateos por un acto parecido: la lectura del Génesis en un viaje espacial. Una de las ateas, Madalyn Murray O’Hair (reconocida activista y fundadora de Ateos Americanos) llegó a demandar a la agencia espacial, ya que creía que aquello violaba la separación constitucional entre Iglesia y Estado. Por ello, era normal que nadie quisiera arriesgarse a hacer pública la comunión de Aldrin, mucho menos a retransmitirla por radio. Curiosamente, cada mes de julio, coincidiendo con la llegada de Aldrin y Neil Armstrong a la Luna, la Iglesia presbiteriana celebra una ceremonia de comunión lunar.

Alcohol en el espacio

Mientras tanto, al otro lado del telón de acero, los rusos tenían sus recomendaciones de bebercio más allá de la estratosfera. Los médicos soviéticos sugerían a los cosmonautas tomar coñac para mantener su sistema inmunológico en forma. Igual que cuando te dicen que te tomes un carajillo para calentarte. En la MIR, la antigua estación espacial rusa, había licores de gingseng para ocasiones excepcionales. En 1997, cuando un choque con otra nave casi provoca una evacuación de emergencia, y una vez que los tripulantes consiguieron solucionarlo, los cosmonautas decidieron abrir el armario donde estaba la bebida. Previa autorización del Ministerio de Salud, ojo.

Volviendo a los años 70, los estadounidenses estaban creando su primera estación espacial, el Skylab, y el tema del alcohol volvió a la parrilla. Los ingenieros y científicos de la NASA pensaron que el jerez sería ideal para los menús de los astronautas, ya que conservaría todas o muchas de sus cualidades en el espacio exterior y tampoco las perdería al llevarlo del recipiente original al preparado para los astronautas. Sin embargo, cuando hicieron las pruebas previas, se dieron cuenta de que el olor del jerez podía marear a los astronautas. Y mejor que no vomitaran en el espacio exterior…

Jerez

Para más inri, la opinión pública se enteró de que este agua con misterio se marcharía a conocer a Alf, E.T. y compañía y la noticia no cayó bien entre los yanquis. La polémica fue tal que la NASA decidió prohibir que sus astronautas consumieran cualquier tipo de bebida alcohólica, aunque estuvieran en la Estación Espacial Internacional.

Solo hay una excepción a esta regla: los estadounidenses pueden tomar alcohol si este forma parte de alguna investigación científica. Sí, el alcohol también está presente en esas lides y, de hecho, una destilería japonesa mandó su producto allí para saber cómo le afectaría la gravedad cero. Mientras, un proyecto de la Universidad de Colorado comparó cervezas fermentadas en el espacio con otras en la Tierra; su conclusión fue que allá a lo lejos la birra tiene más alcohol que aquí.

Lo que el futuro nos traerá

Así que de comulgar con vino y tomar una copita de coñac hemos pasado a una ley seca con excepciones científicas. Pero ¿esta situación podría cambiar en el futuro? Probablemente, pero lo tendrán que decidir los estadounidenses, que son muy suyos para esas cosas. Aunque de momento eso es una elucubración, hay algunas que cosas que sabríamos seguras si llegan a suceder.

Cóctel

Por ejemplo, si esta ley seca se derogara, la cerveza debería ser una excepción. Además de que fermenta con más alcohol, como ya hemos comentado, las burbujas no subirían con la gravedad cero. ¿Qué significa esto? Que la espuma no ascendería, y a saber que guarrería habría en el vaso. Para evitar esto, hay ‘startups’ que están trabajando con miras al turismo espacial: Vostok está diseñando una cerveza apta para el consumo exterior, con menos burbujas.

En cualquier caso, parece que lo más recomendable sería tomar vino o licores espaciales, porque la cerveza también podría producir gases (es una bebida carbonatada), y eructar en el espacio es algo, al parecer, bastante difícil: los gases están mezclados con los líquidos en la ingraviez y, por tanto es imposible manejarlos. Costaría tanto como manejar a un loco en el espacio.

Coñac, vino de misa, jerez, cerveza… La historia del alcohol en el espacio tiene muchos protagonistas, pero a la hora de la verdad muy pocos llegaron a satisfacer a los astronautas en la lejanía de una buena tasca. Y parece que todavía queda para que alguien se entone con una cerveza y una tapa. Además, ¿imperará aquí la máxima de “si bebes, no conduzcas”?

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Con información de Inverse, The Guardian, NBC y Gizmodo.

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